En una
entrada anterior les hablé sobre el fenómeno de la autopublicación de libros en Argentina. Para escribir esa entrada, entrevisté a cinco escritores argentinos. Hoy comparto con ustedes la entrevista que le hice a
Ariel Pytrell.
¿Por qué decidiste autopublicar tu último libro luego de haber publicado los demás libros de forma convencional?
Por una sencilla razón: considero a "Sombras de fin del mundo" (Bindalinē 1) como «original» y «literaria», que no responde a conclusiones de análisis de marketing. Todas las editoriales, nacionales y extranjeras, que recibieron el original aprobaron todo, pero no pasó la prueba de «vendible», según los parámetros actuales de lo que debe ser un libro «publicable». Me pareció una enorme pena que una historia que me llevó desarrollar casi toda la vida (comencé a escribir la lengua Danahuacal’ate, que es la que se habla en la serie, a los diez u once años) se perdiera para siempre. En fin, tal vez me equivoque al considerar mi propia obra, pero confío en el tiempo.
¿De qué forma autopublicaste tu libro? ¿A través de una editorial, alguna plataforma en especial?
Sombras del fin del mundo se publicó por primera vez en 2014 a través de la plataforma de autoedición —incipiente en aquel momento— Hesiodo, tanto en versión papel como ebook. Pero a fines del año pasado, retiré esta y las otras dos obras publicadas por esa plataforma, y las publiqué en 2016, también como autoedición, a través de Amazon (donde se venden todos mis libros desde hace muchos años), por medio de Insepia, una editorial personal.
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de ser un escritor autopublicado?
Entre las ventajas principales, puedo contar el hecho de que el mismo autor controla todas la instancias, desde el texto propiamente dicho (nadie te dice qué tenes que escribir o qué no) hasta las etapas de producción y distribución. Entre las desventajas, debo caer en un lugar común: la económica. Es durísimo para un autor, por más experiencia que tenga en el mercado editorial, traccionar su propio libro sin, prácticamente, mucha inversión. Muchas veces, el lector —y muchos autores que recién se inician— creen que el trabajo de un autor termina cuando pone el punto final a un texto, pero no es así. En realidad, en ese momento comienza otro trabajo tan fundamental como la concepción del libro. Para mí, las acciones para que mi libro llegue a los lectores —ningún escritor escribe para no ser leído— es la parte más difícil, precisamente, porque precisa de una inversión no siempre disponible. Otra de las desventajas puede ser el desprestigio que existe en una edición de autor. Si bien es, a todas luces, un prejuicio, no deja de ser injusto en muchos casos. En efecto, la mayoría de las autopublicaciones no son muy profesionales, ni en su redacción ni en la edición en sí. Pero muy pocos critican las ediciones «profesionales» de las editoriales convencionales cuando no están bien ejecutadas, y hay muchos ejemplos de este tipo. Además, quienes se encargan de difundir este prejuicio (generalmente, el torpedo de prensa de las editoriales fuertes) pasan por alto que Borges y Bioy Casares, para dar dos ejemplos vernáculos y prestigiosos, comenzaron sus vidas literarias, precisamente, como autores autoeditados. Las obras de ficción en español, acaso por la idiosincrasia latinoamericana, cuestan más llegar al gran público, tal vez por los prejuicios que mencionaba antes: la gente necesita que una «marca» editorial les dé confianza, aunque sea un bodrio lo que escribió. Esto nos pasa a todos, me incluyo, pero esta experiencia me enseñó que debemos trascender los preconceptos, hay muchísimos autores de altísimo nivel literario —no siempre compatible con los requerimientos editoriales del momento— que merecen ser leídos y, por lo tanto, publicados.
En la actualidad, ¿estás escribiendo alguna obra que te gustaría autopublicar más adelante?
Bueno, luego de "Sombras del fin del mundo", he autopublicado dos libros más ("Sócrates. Amanecer en la caverna" y "Laberintos", que son dos de mis últimas obras teatrales). Creo que, a pesar de las desventajas mencionadas más arriba, seguiré publicando en la modalidad de autoedición. Me interesa mucho las posibilidades de Amazon para esta tarea. Continúo escribiendo los libros de la serie (Enealogía) a la que pertenece "Sombras…", espero que pronto pueda publicarse la segunda parte de la primera trilogía. Pero no termina la cosa allí. En febrero de este año, y por una modalidad parecida, se publicó la versión en portugués de mi "Sócrates…", que ya está en venta en las tiendas de Amazon y muchas otras en todo el mundo, y se está traduciendo al italiano y al francés, este año habrá novedades al respecto. Y eso no es todo, "Sombras…" también está traduciéndose al inglés, sólo que ha llevado más tiempo a su traductor, pues se trata de una obra un poco complicada como para traducirla fácilmente: este mismo año saldrá a la venta en ese idioma, creo que se ampliarán muchísimo las posibilidades de llegar al gran público. Por otro lado, este año publicaré mi libro de cuentos "El destramaojos", sólo me faltan algunos detalles para terminarlo. Y, también, un libro de teoría teatral de mi campo de investigación y formación teatral: "El renacimiento de lo trágico. Neotragedia para actores, directores y dramaturgos". Sigo trabajando con la pasión y la responsabilidad de toda mi vida.
¿Creés que internet influyó para que cada vez haya más autores autopublicados?
Definitivamente, sí. Y eso es muy beneficioso, por un lado y, por el otro, trae una mayor dificultad para diferenciarse de una masa menos profesional. Creo que falta bastante formación en el oficio y profesión de los escritores. Ojalá podamos revertir esta realidad. Por el momento, agradezco la posibilidad que nos brinda una herramienta tan poderosa como la Internet.
¿Qué tiene que tener un libro para que una editorial importante se interese y quiera publicarlo?
Bueno, creo que ya hemos hablado de esto más o menos veladamente en las respuestas anteriores. Pero como escritor publicado en los canales tradicionales, haber trabajado como "ghost writer" y redactor publicitario durante años, y haber sido editor en distintas editoriales convencionales puedo agregar que estas responden a las «leyes del mercado». A estas leyes deberán ajustarse los textos que lleguen a las editoriales. Hay mucho de leyenda sobre cómo se manejan las empresas, y no lo desarrollaré aquí, por supuesto. Pero, en resumen, entiendo que en los últimos treinta años los editores son más parecidos a técnicos en marketing y dirección de empresas que a su otro costado, el literario. Esto trajo un cambio radical en la forma de gestionar el mercado, de «surtir» a las «demandas» de los géneros, porque publican libros cuyo valor radica en ofrecer garantías ya probadas. Hay poco espacio para lo nuevo, para los «Harry Potter» o los «Código Da Vinci» o los «El Señor de los Anillos», los libros de George R. Martin, que fueron absolutamente originales en su momento, y que llegaron al gran público luego de un período de rechazo casi sistemático. No sé si soy muy claro, sé que debería explayarme más. Tal vez quiero decir que un escritor moderno debe satisfacer más que nunca las «demandas» impuestas por las líneas políticas —que no, literarias— de las editoriales, pues el mercado está tan expandido como estratificado: el riesgo es mayor. Por todo esto, reivindico las plataformas serias de autopublicación. Creo que el texto, y su difusión, harán la diferencia. Espero estar allí cuando eso ocurra.
¿Qué consejos le darías a una persona a la que le gusta escribir?
No me gusta mucho dar consejos, pues las experiencias son personales y, a lo sumo, estas pueden ser compartibles, pero nunca transferibles o impuestas. Si se tiene en cuenta lo que acabo de decir, podré estar tranquilo de que se interpretará bien lo que sigue. En principio, recomendaría lo que, una vez, en un programa radial que conducía, me respondió María Kodama —la mujer de Borges— ante una pregunta mía similar. En rigor, se trata del mismo viejo consejo dado por el autor de "El Aleph": «leer mucho, convertirse en un —excelente lector». Es vital leer pero, sobre todo, saber leer. Leer de todo no significa «leer cualquier cosa», y mucho menos estar obligado a hacerlo o ser un «técnico» a ultranza (muy pocos profesionales de la crítica literaria y académica pueden convertirse en escritores y, mucho menos, en buenos escritores). Un libro —una historia— debe causarnos un íntimo placer, una saludable inquietud, la posibilidad de conocernos a nosotros mismos y de valorar la oportunidad de transformarnos. Esto es lo que creo. Luego, sí, estudiar en profundidad tanto las técnicas de la narratología como la lengua en sí misma. Hay errores tremendos en el dominio gramatical, hay una tendencia a creer que «uno escribe como habla», y este es un doloroso y lamentable error conceptual en el que caen, no sólo lectores desavisados o poco exigentes, sino también editores y escritores, lo cual es muy criticable. Siempre sostuve que un taller literario honesto debería atender, primero, estas cuestiones, además de enseñar a leer las obras de otros. Recomiendo enfáticamente que, para romper reglas, primero se las conozca, para hacer más positivo el aporte y no quede en una mera destrucción. Finalmente, aprender sistemáticamente las reglas del mercado editorial, tanto del convencional como del de autopublicación, las leyes de Propiedad Intelectual y las prácticas de cómo hacer llegar un texto a su destinatario. Ser escritor es un oficio y una profesión. Ser autor —sin entrar en debates sobre derechos y propiedades—, en cambio, es un grado que va más allá de esto que decimos, aunque lo integra, porque es una forma de ser y de vivir, de pensar y de sentir. Alea iacta est.
Pueden encontrar a Ariel Pytrell en los siguientes sitios: