Hoy es el Día del Niño en la Argentina, y decidí escribir una entrada sobre los libros que leí durante mi niñez y mi adolescencia. Como yo estudié traductorado de inglés de "vieja", después de los 30, la mayor parte de mis compañeros de estudio pertenecen a la generación que comenzó a leer gracias a Harry Potter y era común que me preguntaran qué leían los chicos antes de Harry Potter. Así que aquí va mi respuesta. Voy a dividir esta entrada en dos partes, una dedicada a mi niñez y otra, a mi adolescencia.
Libros que leí en mi niñez
Como todos los chicos del mundo, mis primeras lecturas fueron los cuentos tradicionales como Blancanieves, La bella durmiente y Cenicienta. Al principio, los cuentos me los leían mis padres y después, a partir de primer grado, empecé a leerlos yo. Tengo un montón de "cuentitos", como yo les decía, porque eran ediciones muy económicas; la mayoría eran libros españoles. Además de los cuentos clásicos de los hermanos Grimm, Andersen y Perrault, también leía cuentos breves de autores poco conocidos de Argentina o de España. Todavía tengo los cuentos de la colección Mis Animalitos de la editorial argentina Sigmar. Como su nombre lo indica, eran historias protagonizadas por animales y, además, había varios de personajes de Disney, como el Pato Donald.
El libro que aparece en mi foto de perfil se llama Patricia enfermera y me lo regalaron el día que cumplí cinco añitos. Era la versión española de un libro francés y a mi me causaba mucha gracia cuando mi papá me lo leía porque la traducción estaba hecha en España y había palabras que no conocía y me resultaban graciosas como "esparadrapo", que significa cinta adhesiva (encima mi papá lo "actuaba" al cuento e imitaba el acento español de los personajes).
Un libro que todavía guardo y que era uno de mis preferidos durante mi niñez es una versión de Alicia en el país de las maravillas que me regalaron para un Día del Niño. Aunque es una versión muy breve, estéticamente es muy bella porque las imágenes están troqueladas (hace poco vi la película de Tim Burton y me acordé de este libro; espero leer la versión original en inglés pronto).
Syria Poletti era otra escritora famosa en la década del ochenta. Yo leí El misterio de las valijas verdes. Y, por supuesto, también leí textos de María Elena Walsh, una de las mejores escritoras de la Argentina. Un lugar donde se podía leer literatura infantil era el suplemento para niños y jóvenes del diario La Nación (todavía guardo mi colección de suplementos). Salía todos los domingos y traía juegos, historietas, cuentos, poesías y textos didácticos sobre las diferentes materias de la escuela (en esa época no había Wikipedia y no me podían comprar las revistas Anteojito o Billiken todas las semanas). Había una gran variedad de textos y de autores en este suplemento. Había cuentos de escritores para niños, como el titiritero Javier Villafañe, pero también se publicaban cuentos de otros escritores más para adultos, como Borges o Emily Dickinson.
Ahora que lo pienso, hoy en día, la poesía para niños no es algo común como en los ochenta. No se me ocurre un autor conocido en la actualidad que escriba poesía para niños; ahora son más comunes las novelas. Es decir, predomina la prosa por sobre la poesía.
Algo muy típico de la década del ochenta fue la colección Elige tu propia aventura, que estaba formada por libros en los cuales el lector debía tomar decisiones a medida que los leía. Había muchos finales, y se podía leer el libro muchas veces con tramas y resultados diferentes. Me acuerdo que yo tenía Al Sahara en globo (cuando crecí se lo regalé a mis sobrinos). Por lo que leí hace poco en internet, van a volver a editar la colección. Esta vez va a estar destinada a chicos de cinco años (la original era para chicos de ocho, aunque yo tenía un poco más cuando leía estos libros y me gustaban igual).
Cuando llegué a los once, mi vida de lectora cambió porque dejé de leer cuentos y libros infantiles, y empecé a leer novelas y libros para "grandes". Y esto nos lleva a la segunda parte de esta entrada...
Libros que leí en mi adolescencia
A los once me empecé a animar a leer libros más largos y lo primero que hice fue hurgar en la biblioteca de mi papá. Así fue que descubrí los libros de aventuras, como los de Verne o Stevenson. El primero que leí de Verne fue De la tierra a la luna. Un libro que me gustó mucho y que leí en esa época fue Las mil y una noches. Los cuentos que contaba Sherezada me entretenían bastante. También leí unas adaptaciones para jóvenes de Ivanhoe y Robinson Crusoe. Las historias de caballeros, reyes, princesas, espadachines y guerras como Ivanhoe me encantaban y supongo que por eso ahora leo libros como los de Tolkien y George R. R. Martin.
Otros libros que recuerdo haber leído en esta época fueron Vamos a calentar el sol, Tom Sawyer y Juvenilia. Me los regaló una señora del barrio cuando sus hijos, que eran mayores que yo, crecieron. El primero era la continuación de Mi planta de naranja-lima de José Mauro de Vasconcelos y presentaba al protagonista en la etapa de la escuela secundaria. En el caso de Tom Sawyer, se trataba de una versión juvenil y en el caso de Juvenilia, el clásico de Miguel Cané, no recuerdo si era la versión original o una adaptada. Tom Sawyer me resultaba muy divertido, Juvenilia, un poco menos. Todavía conservo Vamos a calentar el sol, los otros dos los heredaron mis sobrinos.
En esta época leí muchos libros clásicos para chicas como los de Louisa May Alcott. Recuerdo haber leído Mujercitas (Jo era mi personaje preferido), Los muchachos de Jo, Una guirnalda de flores y Una niña anticuada. Es probable que haya leído más de Alcott, pero no me acuerdo. Eran en su mayoría libros que me prestaba mi prima bibliotecaria y formaban parte de la legendaria colección Robin Hood. Yo solo tengo un tomo de esta serie, una novela de aventuras argentina llamada El Malón que perteneció a mi papá. Esta colección se editó durante cincuenta años y está considerada la colección de libros de literatura juvenil más importante de la Argentina. Mi prima también me prestó Ana, la de Tejados Verdes, que fue un libro que me gustó mucho ya que la protagonista tenía mi misma edad. Ahora pienso releer el libro en inglés y luego las restantes novelas de la serie (son siete en total).
Otra colección legendaria de literatura juvenil fue Iridium. Una señora me dio tres libros que me resultaron muy entretenidos porque los protagonistas eran adolescentes. Los libros ya eran viejos cuando yo los leí a principios de los noventa (me parece que eran de fines de los sesenta o comienzos de los setenta).
En el suplemento para niños y jóvenes del diario La Nación que nombré antes, salía todos los domingos una columna llamada Laura de hoy. La autora se llamaba Dionisia Fontán y, además de contarnos las cosas que le pasaban a Laura, una adolescente argentina, también incluía reflexiones sobre temas concernientes a los adolescentes o acontecimientos propios de la época (década del ochenta). Me acuerdo que al principio yo no leía a Laura de hoy porque era chica, pero cuando cumplí doce la empecé a leer y me enganché tanto con la historia que me leí todos los artículos que no había leído antes.
A los trece, cuando empecé la secundaria, comencé a leer novelas para adolescentes, aunque no había la cantidad y variedad que hay ahora. En su mayoría eran historias realistas. Así fue como conocí los libros de Alma Maritano, una escritora rosarina. En la escuela nos hicieron leer Vaqueros y trenzas y El visitante, los dos primeros libros de una serie de cinco que narra la vida de un grupo de jóvenes que viven en Rosario. Me acuerdo que fue la primera vez que leí algo que transcurría en Rosario y me encantó. Una siempre lee historias que transcurren en ciudades famosas, como Nueva York o París, o en lugares imaginarios, pero acá los escenarios eran reales, se nombraba sitios que forman parte de mi ciudad y eso me hacía identificarme más con la historia. Como me gustaron estos dos libros (Vaqueros y trenzas relata el primer año de la secundaria de Inés y El visitante, el segundo) también me compré el que le seguía, titulado En el sur, que narra el último año de la secundaria y el viaje a Bariloche. Y todavía tengo pendientes los dos últimos libros (Cruzar la calle y Pretextos para un crimen).
Otra autora argentina de libros juveniles que leí en la década del noventa fue Susana Martín. Tengo tres libros de ella que compré a través del Club de Lectores. Se trata de Misión: Salvataje ecológico, Viaje de egresados y Poemas de amor adolescente. También recuerdo haber leído un par de novelas de amor para adolescentes que compré vía Club de Lectores. Se trataba de traducciones al español de novelas estadounidenses bastante livianas e inocentes en comparación con las novelas actuales.
Por último, un escritor que conocí en esta etapa de mi vida fue Ray Bradbury. Cuando cumplí doce o trece años, mi prima bibliotecaria me regaló El vino del estío, un libro que transcurre en el verano de 1928, y el protagonista es un chico de doce años. Años después, en la escuela leí Fahrenheit 451, del mismo escritor.
A modo de conclusión, si comparamos lo que leen los chicos ahora con lo que se leía en las décadas del ochenta y del noventa, podemos ver que antes se accedía a los clásicos a edades más tempranas ya que eran muy comunes las colecciones de libros clásicos adaptados para jóvenes. Hoy en día, los chicos comienzan a leer libros juveniles y, posteriormente, acceden a los clásicos o los leen en la escuela. Por otro lado, en la actualidad hay una gran variedad de libros para niños y adolescentes que conforman un gran mercado editorial mientras que antes no había tal variedad. Con respecto a la calidad, creo que es variable. Algunos libros son muy buenos, como los de Harry Potter o Los juegos del hambre, y otros, no tanto. A nivel internacional, en mi infancia, creo que lo más cercano al fenómeno Harry Potter podría ser el libro La historia interminable de Michael Ende que fue llevado a la pantalla grande en la década del ochenta. Esta película es una de mis preferidas y es una película de culto para la gente de mi generación. Muchos años después de ver la película, me enteré que estaba basada en un libro y espero poder leerlo algún día. En la actualidad son muy populares las sagas, pero antes también existían, por ejemplo, Ana la de Tejados Verdes. Una cosa que veo hoy en día es una gran división entre los lectores y los no lectores. Por un lado, hay chicos que leen muchos libros (y hasta escriben sus propios blogs donde comentan sus lecturas) y, por otro, hay muchos chicos que no tocan jamás un libro ya sea por falta de medios económicos (los libros eran más baratos cuando yo era chica) o por una cuestión cultural (sus familias tienen un buen nivel adquisitivo pero no leen porque no tienen creado el hábito). Algo que se perdió es el lector ocasional que de vez en cuando leía un libro. Ahora es como que quedaron los extremos: o leen montones de libros o no leen ninguno (en mi época los lectores ocasionales eran más fáciles de encontrar). Lo bueno, es que a pesar del paso del tiempo, los libros siguen existiendo, ya sea en su forma tradicional o en la variante electrónica y, además, la gente sigue leyendo (no estoy de acuerdo con los que predicen la muerte del libro).
Ayy la colección mis animalitos!! Tenía decenas de esos libros!! Jajaja hace poco los doné a todos a un colegio, me dio mucha nostalgia verlos nombrados acá.
ResponderEliminarBesos! :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola! Vengo de CBA. Que lindo blog. Todavía conservas esos libros desde chiquita? Que suerte la tuya, yo me inicie leyendo los libros que tenia mi querido viejo. Me acuerdo uno donde que varias historias como El marinero verde, el rey Midas y varias historias de distintos paises. Obviamente que solo tengo el recuerdo porque con mis hermanos la mayoría los rompimos (se que es un crimen, pero eramos niños). Lo que vos tenes en serio que son reliquias. Voy a tomar nota de alguno para comprárselos a mi hija que se esta iniciando en la lectura. Te sigo. Saludos!
ResponderEliminarSí, todavía guardo esos libros. Por suerte mi casa es grande y tengo espacio para los libros. Gracias por comentar!!!! Saludos!!!
EliminarVuelvo para contarte que te premié con un Liebster award! n_n te espera acá http://refugiosobrelasestrellas.blogspot.com.ar/2014/08/nuevo-liebster-award.html Saludos! :)
ResponderEliminarGracias por la nominación!! Recibí varias el mes pasado, cuando tenga tiempo responderé las preguntas. Besos!!!
EliminarHola!
ResponderEliminarMe has hecho regresar a la infancia. En mi casa tengo todo los de la colección de mis animalistos y la verdad es que creo que he leido cada uno unas diez veces.
Saludos
Eran muy populares los cuentos de Mis animalitos, los tengo en una caja que me regaló el dueño de la librería donde siempre los compraba. Gracias por comentar!!!
EliminarQue linda colección de libros y que tiernos!, además hay muchos de tus libros de adolescencia que quiero leer.
ResponderEliminarLarga la entrada pero me la leí toda,
Besos.... te sigo y leo!
Sí, salió larga la entrada, cuando la terminé de escribir pensé se cansará la gente al leerla? gracias por tu comentario!!!
Eliminar¡Qué de tesoros! Recuerdo tener varias de esas ediciones en casa y de haber leído a muchos de esos autores. Tenés razón de los extremos de la gente lectora. Hace poco estaba rememorando mis libros más preciados de chica y generalmente eran ediciones económicas y con contenido que hoy en día trasciende ... hoy en día todo es muy diferente. Un beso!
ResponderEliminarMuy linda entrada!! Que bueno que puedas conservar los libros que leías de pequeña.
ResponderEliminarHola !!!!! Espectacular tu entrada. Me has recordado mucho mi vida lectora, aunque yo fuí niña en los 6o. También ya existian Mis animalitos y la serie Robin Hood. Leía todo lo que caía en mis manos. También recuerdo la colección de Constancio C. Vigil. El paso de niña a grande, fue transcendental. Tenía una amiga cuyo papá tenía una biblioteca de aquellas, por eso a los 13, más o menos nos animamos y empezamos sin ningún criterio a leer de esa ansiada biblioteca. El primero fue El tunel de Sábato y de ahí ya no paré más. Cuando pueda voy a mirar otras entradas. Saludos.
ResponderEliminarHola! Queria agradecerte por este blog ya que gracias a el pude encontrar los libros que hace tiempo buscaba y no recordaba ni el título ni la autora! Encontre la imagen en google y aca estoy! Son los de Alma Maritano! Los lei en la escuela tambien y los estaba buscando para q mi hija los leyeras, por suerte heredo mi amor x la lectura, ella tiene 12 y esta en la edad justa para leerlos. Tambien voy a sacar varias opciones para q lea de las q comentaste aca. Gracias x compartir tus recuerdos, eso ayudo a q yo recuperara los míos! Estoy feliz! 😄
ResponderEliminarHola Sol, contemporánea a las colecciones Iridium y Robin Hood de los lectores adolescentes de la década de los 60 e inicios 70, existía una colección de libros editados en España. Eran de tapa dura, formato rectangular,creo ilustrados, para adolescentes, los comprábamos en Kier. Recordás su editorial? Los entregué en préstamo hace años y nunca retornaron y ahora estoy tras su recuerdo, autor, editorial. Si sabés algo de esta colección te agradezco me informes. Gracias por tu relato, amorabrazo Claudia
ResponderEliminarHola Sole, paso a leer tu entrada después de ver el comentario que me dejaste en mi blog. Gracias por compartirmela, porque fue re interesante.
ResponderEliminarMe acuerdo de los cuentitos que mencionas, en mi casa no había, pero es probable que los haya leído en el jardín o la escuela, me acuerdo que me gustaban las formas que tenían, que no eran rectos.
El libro de Alicia es re lindo :) A Elsa Bornemann la leí mucho en la escuela, en los libros que te mandaban comprar para usar todo el año, siempre había varios textos de ella, la recuerdo con mucho cariño, aunque nunca leí un libro entero.
Que lindo que guardes todos los libros y los suplementos que leías, en mi casa nos compraban la revista Anteojito, que venía con cuentitos chiquitos, todos originales y me encantaban, ahora mi sobrinito los lee y le fascinan también. Además adentro de la revista había mucho material de lectura, amaba esas revistas <3
Con respecto a lo que decís al final, es cierto que antes se leían clásicos a más temprana edad, en mi casa no había clásicos adaptados para chicos, pero sí me acuerdo de haberlos visto en la escuela o en los quioscos de revistas. Es muy interesante ver como fue cambiando la sociedad en tan poco tiempo. Un beso.
Están narrados en primera persona casi siempre una chica.
ResponderEliminarSuelen tener una fuerte carga dramática, narran hechos de violencia en algún momento de la vida de la protagonista, abusos, malos tratos, etc.
El lenguaje y en general la forma de narrar los acontecimientos en fresca, juvenil y exponiendo puntos de vista muy típicos sobre la defensa de la igualdad de géneros y el rechazo a acciones de violencia doméstica.
Generalmente los person https://conpeht.net/biografia-de-summer-mckeen/