Trafalgar es un libro de Angélica Gorodischer que se publicó por primera vez en 1979. Incluye ocho cuentos de ciencia ficción protagonizados por Trafalgar Medrano. Antes del primer cuento, la autora se refiere a un cabo de España y a una famosa batalla que tienen el mismo nombre que el personaje principal. A continuación, se encuentra la biografía del protagonista que forma parte del libro Quién es quién en Rosario, impreso en La Familia —la imprenta de los Gandolfo— en 1977. Luego, Angélica nos pide que leamos los cuentos en el orden en que están en el libro. Después de los ocho cuentos, hay un breve texto titulado “Trafalgar y yo” seguido de una nota postliminar de Jorge Sánchez.
Trafalgar es un comerciante rosarino que viaja a través de una nave —a la que él denomina cacharro— por diferentes planetas y vende todo tipo de objetos. Por lo general, relata sus aventuras a la autora y a otros personajes mientras toma café en el bar Burgundy. La mayoría de los cuentos están narrados en primera persona por un narrador testigo, quien suele ser la propia Angélica o algún amigo. Esto hace que se produzca el efecto de una historia adentro de otra historia. Se puede ver con claridad en el cuento “El mejor día del año”, donde Angélica, Trafalgar y Marcos mantienen el siguiente diálogo:
“—Marcos —le dije—, algún día voy a escribir un cuento en el que aparezcan usted y el Burgundy.
—¡Por favor no, señora! A ver si el bar se pone de moda y se me llena de gente.
—Difícil. En el mejor de los casos van a empezar a venir mis amigos y mis tías.
—Entonces sí, pero por si acaso no lo publique —y se fue.
—Podrías —dijo Trafalgar— escribir un cuento con cada uno de mis viajes.
—Ni loca —le contesté—. En primer lugar los cuentos propuestos por los demás nunca sirven: los cuentos lo eligen a uno, no uno a los cuentos. Y en segundo lugar, tus viajes son siempre iguales…”.
Sin embargo, en el cuento “De navegantes”, Angélica lo reta a Trafalgar por ser discreto y le pregunta: “¿Y yo cómo hago para escribir tus memorias?”. Al final, la autora escribe varios cuentos donde aparecen Marcos, el Burgundy y las aventuras de Trafalgar. En este relato también hay referencias a escritores de ciencia ficción, como Philip Dick y Kurt Vonnegut:
“—Ya sé lo que pasaba —dije.
—Por algo te gusta Philip Dick a vos. Te aviso que a mí también. Pero una cosa es leer una novela o escuchar cuando a uno se lo cuentan, y otra es estar metido en el asunto”.
“—Ahora, una vez por día, o mejor una vez por noche, en Uunu se produce un infundibulum cronosinclástico.
—¡Ah, no! —protesté—. Eso es de Vonnegut.
—Sí. Y dra Iratoni no lo llamó así sino de otro modo, más descriptivo pero más
complicado, tanto que no me lo acuerdo bien. Pero vos conocés el infundibulum cronosinclástico”.
Algo que hay que destacar es cómo Angélica Gorodischer lleva al extremo la suspensión de la incredulidad sin caerse en el precipicio al combinar personas y sitios reales con elementos de la ciencia ficción. De hecho, en el cuento “De navegantes”, aparece la palabra “verosimilitud” cuando Trafalgar dice: “A las nueve menos diez de la mañana desembarcamos en San Salvador porque yo me hacía ilusiones de respetar la historia como si con ese pedacito de verosimilitud pudiera arreglar lo que había hecho”. Jorge Sánchez comenta en la nota postliminar que la propia Angélica afirma que Trafalgar “es tan poderoso que me voy a topar con él, en cualquier momento en la calle, o va a venir a tocar el timbre de casa y me va a invitar a tomar un café” y que Elvio Gandolfo denomina “una equilibrada mezcla de factores contradictorios” a la inserción, con total naturalidad, de la fantasía en el mundo real. En lo personal, esto me hizo acordar mucho a la novela Dormir al sol de Bioy Casares, protagonizada por gente de barrio que ve cómo sucesos fantásticos irrumpen en su vida cotidiana.
Otro aspecto que me gustó del libro de Gorodischer es el uso del humor y de un lenguaje coloquial, algo que también encontré en el libro Seis misterios para don Isidro Parodi de Borges y Bioy Casares. La tía Josefina, figura estelar del cuento “Trafalgar y Josefina”, tiene muchos rasgos en común con Mariana, una mujer de la alta sociedad que, cuando va a la cárcel a ver a Parodi, alaba la decoración de su celda. En cuanto a la tía Josefina, ella cree que los mundos de los que habla Trafalgar son países de Asia o África y que lo que relata Trafalgar puede ser un cuento. Por cierto, en “Trafalgar y Josefina”, Angélica se adelanta a los celulares ya que se mencionan “teléfonos con pantalla visora”.
Por último, me llevé una sorpresa en el cuento “Constancia”, en el que me encontré con Jorge, vendedor de libros y poeta de Los Quirquinchos que tiene la costumbre de fumar en pipa. Su apellido no se menciona, pero es evidente que se trata de Jorge Isaías, recientemente fallecido.
En resumen, en Trafalgar, Angélica Gorodischer maneja muy bien el arte de la suspensión de la incredulidad mediante una combinación perfecta de realidad y fantasía que se conjuga con un lenguaje coloquial y el uso del humor en los diálogos. Recomiendo este libro a los amantes de la ciencia ficción que quieran pasar un momento divertido. Me entretuve mucho leyendo las aventuras de Trafalgar y espero cruzármelo, alguna vez, en un bar de Rosario.
Nota: Esta reseña la escribí el 27/10/2023 en el marco del módulo Pedagogía de la diplomatura de pregrado en literatura de Rosario que cursé el año pasado. Pueden leer mi reseña y las de mis compañeros/as en este enlace.